Texto. Pedro Ignacio Fernandez
Foto. Copia del original (archivo familiar)
Foto. Copia del original (archivo familiar)
Mientras la mitad de españoles luchaban contra la otra mitad
en una guerra incruenta, en la más incivil de todas las guerras, un grupo de
españoles –hombres y mujeres- atravesaron parte de Europa para llegar a la
Alemania hitleriana, era el año 1938.
En su equipaje llevaban la pena de abandonar su Patria, a sus
seres queridos, la mayoría habitando el Madrid sitiado, hambriento; pero
también llevaban la ilusión que con su trabajo realizado iban a llevar la
alegría, el entretenimiento al vacío dejado. Eran actores, directores de cine y
demás personal de realización; iban a rodar películas y el destino era Berlín.
En España era imposible producir un film, la mayoría de la
industria cinematográfica se había quedado en zona republicana, y tras un
acuerdo hispano-germánico el resultado fue la producción de cinco películas por
Hispano-Film Produktion, Cifesa y Saturnino Ulargui.
Cinco películas en las que sobre todo hablaban de España, de
sus gentes, de sus tierras, del sentir español. En donde mezclaban diálogos y
canciones, el rasgueo de la guitarra española junto con el gracejo andaluz que
daban a sus interpretaciones.
La canción de Aixa,
Suspiros de España, Carmen la de Triana, El barbero de Sevilla y Mariquilla
Terremoto fueron las
cinco películas realizadas. Estrellita Castro e Imperio Argentina –de la que
decían que Joseph Goebels estuvo enamorado- sus figuras femeninas; Manuel Luna,
Alberto Romea, Miguel Ligero, Rafael Rivelles o Pedro Fernández Cuenca –el
único que intervino en las cinco películas-, entre otros, sus actores y Florián
Rey y Benito Perojo sus directores. El resto de personal de realización era
alemán.
FriedrichStrasse, Unter den Linden o Kurfürstendamm –la
Kudamm- fueron sus habituales zonas de paseo. Caminaban por estas amplias
avenidas, mirando los escaparates, disfrutando de sus cafés, luciendo con
orgullo en la solapa de sus abrigos la bandera nacional o el yugo y las cinco
flechas, pero siempre con el pensamiento en un lugar lejano pero pegado al
corazón. Tan lejos pero a la vez tan cerca. Su España querida, como así lo
cantaba Estrellita Castro en “Suspiros de
España” ….
¡Ay de mí! ¡Pena mortal!
porque me alejo, España, de ti ..
La mayoría de ellos se alojaron en la Pensión Latina, ubicada en la RankeStrasse, en un ambiente donde
reinaba una gran amistad, de saber que juntos iban a llevar mejor el estar
lejos de su Patria y de sus seres queridos. Y ahí pasaron el duro invierno
berlinés en una ciudad que iba a ser destruida en un 70 por ciento siete años
después.
Y ahora que veo de nuevo la foto del archivo familiar, en
papel y colocada con mimo en el álbum como con el resto- que se hicieron en
unas de sus cenas en la Pensión Latina, me confirma que juntos se lucha mejor
contra la adversidad, y que no es hora de levantar muros -como se hizo en esa
maravillosa ciudad veinticuatro años después-, sino todo lo contrario, que es
hora de unión y no de separación. Sigue siendo hora de edificar un proyecto
sugestivo de vida en común,
Y
también sé, que buscando unos pasos perdidos encontraré palabras… pero esa es otra historia.
Este articulo se ha publicado en La Tribuna de Cartagena. Adjunto su link
La Tribuna de Cartagena - Cena en la Pension latina
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